La dinastía del barrio.
Lucha Mexicana, libre y popular.
Un letrero en la puerta de un club de box barrial anuncia los combates para la noche del sábado. Lo que llama la atención no es precisamente los nombres de los luchadores (Samurái Jr., Extremo Negro etc.) sino un pequeño cartel en él que se lee: “ambiente familiar”. Es difícil pensar en familias y niños jugando mientras vuelan pedazos de chapas, vidrios, mancuernas y algún que otro no tan tímido chorro de sangre. Los niños creen que es de pollo o de fantasía, y bien podría serlo porque sabor a realismo mágico a esta disciplina no le falta.
La lucha libre mexicana es una fusión entre el arte acrobático, el teatro y el deporte de contacto, sus antecedentes datan de 1863, y si bien tiene sus reglas bien estipuladas es difícil reconocer la delgada línea que divide la fantasía de la realidad, los golpes duros del mero show. Incluso en las caras de los espectadores, que suelen ser familiares directos de los combatientes se puede ver librar otra lucha entre la alegría y el miedo. Y es que a veces las cosas se salen de lugar y el ambiente se caldea, pero en la duda está el sabor (dicen).
Para estos enmascarados la familia lo es todo, arriba y abajo del cuadrilátero. Son padres, hijos, nietos de luchadores, le llaman dinastías y algunos lograran salir del circulo barrial, dejar el taxi, el puesto de tacos o el trabajo que sea para buscar un lugar a nivel profesional. Pero la gran mayoría no ira detrás de ese sueño, simplemente esperaran al próximo sábado, donde otra arena barrial los encontrara poniendo a prueba sus destrezas.
The local dynasty
Mexican wrestling, free and popular.
A sign at the entrance of a local boxing club announces the fights for Saturday night. What is striking is not precisely the names of the fighters (Samurai Jr., Extremo Negro etc.) but rather a small sign that claims: «family atmosphere».It is difficult to think about families and children playing while flying pieces of sheet metal, glass, dumbbells and the odd not so shy stream of blood. Kids think it’s chicken or fantasy (the blood), and it might be, because this discipline doesn’t lack a taste of magical realism.
The Mexican wrestling is a fusion between acrobatic art, theater and contact sport, its antecedents date from 1863, and although it has its rules well stipulated it is difficult to recognize the thin line that divides fantasy from reality, the hard blows of the mere show. Even in the faces of the spectators, who are usually direct relatives of the combatants, there is another struggle between joy and fear. And this is because sometimes things get out of place and the atmosphere gets warmer, but in that doubt lies “the taste” (they say).
For these masked people, the family is everything, up and down the ring. They are parents, children, grandchildren of wrestlers, they call it dynasties, and some fighters will manage to get out of the neighborhood circle, leave the cab, the taco bussines or whatever job to look for a place at a professional level. But most of them will not go after that dream, they will simply wait until next Saturday, where another local arena will find them testing their skills sourranded by their family.