Reduciendo la escala de Google Maps a metros y pixeles, al norte, en pleno caribe colombiano y casi en el límite marítimo que divide los departamentos de Bolívar y Sucre se encuentra Santa Cruz del Islote, una pequeña isla de casi una hectárea de superficie y ochocientos habitantes. Según varios, la isla con mayor densidad poblacional del mundo. A esta singularidad hay que agregarle que más del 50% son niños, niñas y adolescentes, lo que hace del cotidiano isleño algo muy especial. Sin autos, sin delitos y sin peligros evidentes más allá del mar, del cual parecen conocer todos sus secretos. El Islote es una gran familia, una comunidad por excelencia que otrora supo vivir exclusivamente de la pesca y que hoy en día divide su economía con el turismo que visita el archipiélago de San Bernardo.
En Santa Cruz del Islote hay cuatro tiendas de abasto, una escuela, una iglesia del Movimiento Misionero Mundial, un centro cultural, un restorán familiar, tres o cuatro barrios y una pequeña plaza con una cruz en el medio. Lo desafíos a gran escala son la falta de acceso a servicios de salud especializados y el calentamiento global que hace de sus calles ríos en la noche.
El tiempo en la isla parece detenerse, la cercanía y la intimidad conviven en armonía.
“Juntos, pero no revueltos” es como Adrián Caraballo “yoyo” (líder local) se refiere a su lugar en el mundo.
By reducing the scale of Google maps to meters and pixels, at the north, in the middle of the Colombian Caribbean and almost at the maritime limit that divides the departments of Bolivar and Sucre stands Santa Cruz del Islote, a small island of almost one hectare of surface and eight hundred inhabitants. According to many, it is the most densely populated island in the world. In addition to this singularity, more than 50% are children and adolescents, which makes the daily life on the island something very special. No cars, no crime and no obvious dangers beyond the sea, of which they seem to know all its secrets. El Islote is a big family, a community by excellence that used to live exclusively from fishing and that today divides its economy with the tourism that visits the San Bernardo archipelago.
In Santa Cruz del Islote there are four grocery stores, a school, a church of the World Missionary Movement, a cultural center, a family restaurant, three or four neighborhoods and a small square which has a cross in the middle. The large-scale challenges are the lack of access to specialized health services and the global climate change that turns its streets into rivers at night.
Time seems to stand still on the island, closeness and intimacy coexist smoothly.
«Together, but not scrambled» is how Adrián Caraballo «yoyo» (local leader) refers to his place in the world.